miércoles, 20 de febrero de 2013
lunes, 18 de febrero de 2013
martes, 5 de febrero de 2013
sin titulo
Una cinta azul estaba colgada en la
entrada de la despensa en el pueblo de wilford, en Turín, que ni mierda se
donde queda, john cartera lleva días recorriendo aquella ciudad, ya casi sin
dinero y oprimido por el sol del día pasa las horas bebiendo botellas de agua
que paga a un precio altísimo. Dentro de la despensa que lleva la cinta encima
de la puerta de la entrada john cartera compra un agua a vendedora vieja, que cuando ve a johon al
salir de una puerta lateral cubierta de cortinas plásticas, se pasa el dedo por
la entrepierna, se lleva este frente al labio y lo sopla, luego señala a john, : que quiere,
le dice turinescamente. Agua dice john cartera, aguawater repite, la mujer gira
hasta quedar de espaldas a su cliente y hecha la cola hacia atrás acompañando
este movimiento con un sonoro pedo, camina nuevamente hasta adentro y vuelve a
los pocos segundo con una botella en su mano derecha transpirada de agua.
Cartera quita un billete de su cartera, y extiende la mano para sujetar el
agua, la mujer quita la botella del destino de cartera y se hecha a reír. Cartera se da la vuelta para retirarse, y
antes de salir escucha un estruendo fuerte, gira y ve a la mujer junto a un hombre gordo, el
hombre gordo vuelve a lanzar un grito, cartera se siente aterrorizado, quiere
echar a correr pero le resulta imposible, no siente sensibilidad en buena parte
de su cuerpo, de pronto la mujer comienza a reírse frenéticamente, el hombre
gordo la mira riendo apenas y vuelve a perderse
tras las cortinas, John cartera ha quedado inmovilizado.
Sólo una cosa puede pensar john cartera en estos momentos de
inmovilidad casi absoluta, en sus seres queridos. Así es, john cartera comienza
a repasar su lista de seres amados, caen a su memoria como pesado recuerdos,
primero los rostros, después distingue levemente un instante pasado acompañado
por aquellos que ama, john cartera cree que va a morir, john cartera vacía su
furia contra si mismo, ahora que el tiempo de su muerte no llega, se reprocha
la sed constante y su constante manía por saciarla, reprocha la leve marcha
hacia la salida en aquella tienda turinesa, se reprocha su conducta y en esas milésimas
infinitas de segundos en que se hallaba john cartera, es él mismo el que llega
a la conclusión de que los actos del hombre se reducen a lo que el hombre es,
cartera está seguro que no es el destino sino su formación y contexto el que lo
hizo quedarse inmovilizado ahí, cartera piensa que haría un Alemán en su
situación, ¿saciaría dieciocho veces por día su sed? o su cultura
norteamericana de consumo lo hizo insatisfacerse inmediatamente después de
haberse satisfecho? John cartera ahora detesta su condición de americano y se
entrega casi con la otra parte móvil de su cuerpo, piensa calladamente que ha
dejado transformarse y que nada ha podido hacer para que eso sea diferente, se
sostiene , se sostiene como puede, sabe que esta a segundos de desmoronarse
para siempre, de dejar de ser, de ya no ser, trata de expulsarse de si, de
salirse de dentro, su piel, de dejar vacío ese lugar con el que relleno un
punto ínfimo en la multitud, lucha, lucha durante otros buenos milisegundos,
deja, deja de ser y lo siente, lucha a medida que va desapareciendo, buena
parte de lo que albergaba la parte media de su cuerpo ahora esta en el cenit de
Cartera, y Cartera en el Cenit de ese infierno que es la muerte, entonces
Cartera deduce justo en ese momento antes de morir, que esta empezando a ser
libre, que lo del alma no era cuento, sin rendirse Cartera sonríe, trata de ver
lo último que pueda del mundo real, logra ver el rostro de la vieja, posado
sobre el mostrador viéndolo, ida, asombrada quizá por la resistencia , piensa
cartera, finalmente su rostro y el de la vieja comienzan una proyección
infinita en el que acuden todos los rostros del mundo, luego cartera se da por
satisfecho y se deja vaciar por el tiempo.
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