martes, 5 de febrero de 2013

sin titulo




 Una cinta azul estaba colgada en la entrada de la despensa en el pueblo de wilford, en Turín, que ni mierda se donde queda, john cartera lleva días recorriendo aquella ciudad, ya casi sin dinero y oprimido por el sol del día pasa las horas bebiendo botellas de agua que paga a un precio altísimo. Dentro de la despensa que lleva la cinta encima de la puerta de la entrada john cartera compra un agua a  vendedora vieja, que cuando ve a johon al salir de una puerta lateral cubierta de cortinas plásticas, se pasa el dedo por la entrepierna, se lleva este frente al labio y  lo sopla, luego señala a john, : que quiere, le dice turinescamente. Agua dice john cartera, aguawater repite, la mujer gira hasta quedar de espaldas a su cliente y hecha la cola hacia atrás acompañando este movimiento con un sonoro pedo, camina nuevamente hasta adentro y vuelve a los pocos segundo con una botella en su mano derecha transpirada de agua. Cartera quita un billete de su cartera, y extiende la mano para sujetar el agua, la mujer quita la botella del destino de cartera y se hecha a reír.  Cartera se da la vuelta para retirarse, y antes de salir escucha un estruendo fuerte, gira  y ve a la mujer junto a un hombre gordo, el hombre gordo vuelve a lanzar un grito, cartera se siente aterrorizado, quiere echar a correr pero le resulta imposible, no siente sensibilidad en buena parte de su cuerpo, de pronto la mujer comienza a reírse frenéticamente, el hombre gordo la mira riendo apenas y  vuelve a perderse tras las cortinas, John cartera ha quedado inmovilizado.
Sólo una cosa puede pensar john cartera en estos momentos de inmovilidad casi absoluta, en sus seres queridos. Así es, john cartera comienza a repasar su lista de seres amados, caen a su memoria como pesado recuerdos, primero los rostros, después distingue levemente un instante pasado acompañado por aquellos que ama, john cartera cree que va a morir, john cartera vacía su furia contra si mismo, ahora que el tiempo de su muerte no llega, se reprocha la sed constante y su constante manía por saciarla, reprocha la leve marcha hacia la salida en aquella tienda turinesa, se reprocha su conducta y en esas milésimas infinitas de segundos en que se hallaba john cartera, es él mismo el que llega a la conclusión de que los actos del hombre se reducen a lo que el hombre es, cartera está seguro que no es el destino sino su formación y contexto el que lo hizo quedarse inmovilizado ahí, cartera piensa que haría un Alemán en su situación, ¿saciaría dieciocho veces por día su sed? o su cultura norteamericana de consumo lo hizo insatisfacerse inmediatamente después de haberse satisfecho? John cartera ahora detesta su condición de americano y se entrega casi con la otra parte móvil de su cuerpo, piensa calladamente que ha dejado transformarse y que nada ha podido hacer para que eso sea diferente, se sostiene , se sostiene como puede, sabe que esta a segundos de desmoronarse para siempre, de dejar de ser, de ya no ser, trata de expulsarse de si, de salirse de dentro, su piel, de dejar vacío ese lugar con el que relleno un punto ínfimo en la multitud, lucha, lucha durante otros buenos milisegundos, deja, deja de ser y lo siente, lucha a medida que va desapareciendo, buena parte de lo que albergaba la parte media de su cuerpo ahora esta en el cenit de Cartera, y Cartera en el Cenit de ese infierno que es la muerte, entonces Cartera deduce justo en ese momento antes de morir, que esta empezando a ser libre, que lo del alma no era cuento, sin rendirse Cartera sonríe, trata de ver lo último que pueda del mundo real, logra ver el rostro de la vieja, posado sobre el mostrador viéndolo, ida, asombrada quizá por la resistencia , piensa cartera, finalmente su rostro y el de la vieja comienzan una proyección infinita en el que acuden todos los rostros del mundo, luego cartera se da por satisfecho y se deja vaciar por el tiempo.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario