lunes, 21 de enero de 2013

Ayax, Aquiles muerto.

















Las distancias pueden llegar a ser sorprendentes cuando perdemos la claridad. ¿Que es la claridad? Un síntoma positivo de aproximación a nuestros deseos.
Cuando sentimos aparecer la claridad, es porque se ha logrado derribar la estructura y su hermetismo. Siempre lo confuso madura dentro nuestro a causa de un poder cegador que pretende alcanzar un objetivo utilizando al odio como medio y, aunque la historia de la humanidad nos ha demostrado que la guerra, y el odio hacia el enemigo continúan utilizándose como medio para la obtención de poder, individualmente debemos tener certeza de que la guerra es parte de un sistema imperfecto. ¿Debemos entonces predicar la paz? Si, debemos hacerlo. Pero únicamente se logra la paz, cuando se sabe ser un buen guerrero. ¿Qué es ser un buen guerrero? Haber desarrollado nuestras armas naturales, es decir darle sofisticación al uso del cuerpo y de la mente, saber que existen guerreros mas fuertes, capaces de vencernos y guerreros mas débiles a los que venceremos fácilmente.
¿Qué hacer ante los fuertes? Dejar que avancen, que desplieguen su capacidad, ponerse a su servicio, quitar de esa experiencia todo aquello que pueda ayudar a la sofisticación de nuestras armas naturales, nunca, jamás, se debe confrontar con los mas fuertes cuando no se ha atravesado el proceso de “vaciamiento de capacidades fuertes”, hacerlo nos convertiría inmediatamente en guerreros débiles reconocibles; de esa forma perderíamos oportunidad de llegar a lograr la sofisticación que necesitamos. La conducta del fuerte con sus aliados puede ser hosca, en ese caso el guerrero fuerte dejará de serlo muy pronto. Cuando la conducta del guerrero fuerte es servil, amable, y cuando lo necesita cruel, estamos frente a un guerrero fuerte que habrá que acompañar hasta que podamos desnaturalizar su conducta, dejar que esa capacidad de mando transforme la nuestra e intentar mejorarla añadiendo capacidades nuestras de las que debemos estar completamente seguros de su eficacia. Estas últimas clases de guerreros fuertes, terminan obteniendo mucha sabiduría con el transcurso de los años y difícilmente el desplazamiento se lleve a cabo con violencia. Esta clase de guerreros transforma a otros con total rectitud y nobleza.
¿Qué hacer con lo débiles? Tener cuidado. Jamás descubrirles alguna elucubración, el débil no cree ni es sus fuerzas ni en sus armas ni en sus capacidades, por eso mismo es doblemente peligroso, los débiles se transforman en verdaderos cobardes, no distinguen lazos fraternos, son débiles en todos los órdenes de la vida, y las más de las veces necesitan incorporar alguna cosa que les brinde la seguridad que no poseen. Nunca se debe maltratar a un débil, un débil es un alma pobre sin capacidad de transformación de nada, vive en el ruego, y nunca ha dado el paso que lo convierta en fuerte, ni nunca podrá darlo.
Los guerreros fuertes fueron débiles, pero salir de la debilidad significa primero reconocerla, y se necesita de un espíritu y un corazón grande para apartarla de sí, ese es el primer paso que da un guerrero fuerte. El guerrero es fuerte cuando sabe transformar, cuando crea, cuando hace y deshace a su gusto. Se dice que no hay guerrero fuerte verdadero, si este no ha estado alguna vez en la fila de los débiles. Las cosas se dicen una sola vez.

Continuemos en la busca de la sofisticación de nuestras armas naturales, luego démosle reposo al cuerpo y a la mente. Trabajemos con la mente, tu inteligencia te permitirá discernir con claridad y tendrás aguda conciencia del inextricable laberinto que es el cerebro humano.

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