jueves, 5 de enero de 2017

Todavía locuaz y artificial?: once?





Francamente me parece un lugar siniestro. Pero dale, esperamos no tengo problemas.
- Ok, tenes cigarros?
- No. Sabes cada vez que miro el cielo, me doy cuenta de lo limitado que es mi intelecto, no puedo reproducir una sola palabra inteligente que me sirva para estar conforme con mis apreciaciones.
- Si, a mí me pasa a veces, pasa que no les doy bola. A las incapacidades no hay que darles bola, no se mejoran a menos que las descubras de chiquito. Por ejemplo ¿te imaginas a tu viejo contemplándote detrás de una venta, mientras tenés la vista puesta en el cielo? inmediatamente después de haberte visto ahí solo, con quince años, lleno de insatisfacción por no alcanzar a definir lo que admiras allá arriba, se acercaría a vos con una enciclopedia que no podrías ni levantar. Me entendés. Pero lamentablemente hermano, nuestros padres tienen que criarnos, y criarnos ya es muy difícil para ellos. Distinto sería si hubieses nacido en una familia de clase alta, te clavarían a una profesora durante toda la adolescencia y ella sí sabría que decirte para satisfacer esa necesidad de poner en palabras tus sentimientos. Pero hay que conformarse y estar a gusto con las capacidades que nos han tocado. Hay quienes la tienen mas difíciles y mas chiquita también viejo.
En ese momento ambos rieron y contemplaron el cielo sentados durante un rato. La charla continuó.

-Sí, las cosas como nos han tocado, ¡o gran padre que todo lo ves!
- No sé qué decir para resultar interesante.
- No digas nada, ¿interesante para quien?
- Para las estrellas, este cielo amerita un comentario que deje claro que uno está en la línea del frente, en la del entendimiento.
- Sí... es tan disímil el entendimiento entre los hombres.
- Hitler pretendió acortar distancias, terminar con la diversidad. Dejar en pie en su Alemania a una misma raza.
Un ser siniestro, pero nadie puede negarle haber sido un innovador. ¿A cuantos de nosotros nos gustaría determinar que cosa si y que cosa no en este mundo?
- No... bueno a veces si, pero no siempre, la diversidad es hermosa. ¿No disfrutas de caminar por el once?
- No, bueno a veces si. Hace poco en el once casualmente me sucedió algo digno de mención.
- A ver digno de mención, conta.
- Bueno: Hacía un año, más o menos que estaba sin control, como no tenía un mango siempre veía la tele en el mismo canal. No se quien habrá inventado el control remoto, pero es también digno de mención. El caso es que el mes pasado cuando cobré mi primer sueldo, me fui a buscar un control a la calle Catamarca y Rivadavia, a una casa de esas que reparan y venden . Me atravesé toda la barahúnda: pasteur y sarmiento, castelli y perón, caminé por pueyrredón me metí en la estación y crucé la plaza miserere, siempre completa de gente de todas las variedades, pero para mí la nota la dan los pastores. Curiosamente esa tarde no había ninguno y esto hace a la historia, así que presta atención. Mientras cruzaba la plaza intentaba avistar un pastor, veía de todo, negras dominicana insinuándose, repartidores de folletos, volanteros proxenetas, hombre y mujeres comiendo junto a los puestos que están encima de la plaza, filas que se conforman cien veces a lo largo de toda la tarde detrás del cartel de algún colectivo, grupos de personas tomándose fotos, otro grupo de personas arrastrando esos bultos repletos de las baratijas que allí adquieren... en fin hasta creo haber visto un grupo de cinco travestís defectuosamente transformados en mujeres, pero en ese tiempo que tarde en cruzar no pude dar con ningún predicador de esos que alzan la voz ayudados por un megáfono.
Compré el control y me fui a un bar a la vuelta sobre Rivadavia, me senté en una mesa en la vereda y me pedí una cerveza, me calcé los anteojos de sol, y esto lo digo porque también hace la historia, y me puse a mirar hacia la calle. Pasado unos diez minutos de mi llegada se sentó un señor al lado, un tipo de unos treinta y cinco años, la mitad de su cara cubierta con unas gafas estilo ray ban, un saco gris y el pelo bien peinado hacia atrás, traía consigo un maletín que dejo en una silla a su lado, y en la de enfrente sobre el respaldo colocó un cartelito.
- ¿Un cartelito?
- Sí, un cartelito.
- Que hace a la historia me imagino.
- Si, tanto como lo hace el haber estado yo allí, y el haber llevado gafas. Bueno, el cartelito tenía una frase escrita con trazo grueso bien legible, decía: inteligencia es el poder de aceptar el entorno.
- Buena apreciación.
- Si, bueno, para cuando el tipo terminó de pegar el cartelito, yo ya me había tomado dos vasos, así que comencé a darle vueltas a la frase, y no te quiero esconder nada, pero hasta llegué a interpretar que la había puesto para tolerarme ahí al lado.
- ¡Que paranoico amigo!
- Y claro, le di vueltas de todas formas, si no como voy a interpretar aquello; bueno, intenté verle directo a la cara pero no podía saber si me miraba o no, aparte estaba sentado paralelo a mí, de frente a la plaza, parecía tener la vista puesta en la frase, estaba duro como una tabla y no tocaba la cerveza que le trajo el mozo, sólo se quedó ahí, hasta que de repente quitó el vaso de encima de la mesa, puso el envase de cerveza en el piso, el maní en la silla de en frente y el maletín encima de la mesa. Yo alternaba la vista hacia la plaza para disimular la atención que le ponía a su comportamiento. ¿Sabes que saco?
- No
- A ver, adivina.
- No
- Dale adivina
- ¿Un revolver?
- No
- Un hacha
- No no
- No se un libro, una calculadora un tomate, que se yo.
- Un reloj de arena.
- Mira que original y obsoleto.
- Si, pero el tipo sacó un reloj de arena y lo ubicó en el centro de la mesa, parecía estar midiendo el tiempo de algo o estar esperando que algo sucediera después de que la arena se volcase. Una vez que terminó de caer ¿sabes que hizo el tipo?
- ¿Pegó un grito?
- No
- Entonces no se, ¿que hizo?
- Se levantó de su silla, giró el dorso y le regaló cien pesos a una persona cualquiera que pasaba caminando por la vereda. ¿Vos podes creer?
- ...
- Yo no aguanté más, y le pregunté porque había hecho eso..
- ¿Y el tipo que recibió el billete que hizo?
- Era una mujer, que arrastraba un bolso de esos que contienen las compras, no dijo mucho, lo miró le dijo gracias y siguió avanzando como si nada.
- Y el tipo que te dijo.
- A lo primero me miró ni bien oyó que le hablaba, después simuló indiferencia y volvió a meter el reloj en el maletín. Inmediatamente después pareció estar resuelto a contestarme, giró el dorso y me respondió: Voluntad de Dios Mijito. Volvió a poner el vaso y el envase sobre la mesa y se bebió de un sorbo dos vasos.
¿Voluntad de dios me decía yo, y dios no será igual de voluntarioso conmigo compañero? -Creí que se iba a ofender, y le dije aquello para lograr que suceda, pero el tipo me dijo que no: -si dios alguna vez me lo pide me encargaré de que usted también tenga su billete mijo- y siguió- viene usted seguido a contemplar la plaza?
- Muy de vez en cuando. ¿Usted?
- Cuando Dios me lo pide.
- ¿No será usted un ángel por casualidad señor?
- No mi amigo, ¿acaso se cree tan importante usted, para merecer la atención de un ángel?
- No se, es usted el que conoce la voluntad de Dios –No quería tomarle el pelo, ni lo estaba molestando-
- ¿Me está usted tomando el pelo?
- No señor, para nada, sólo quiero saber a que se debe su altruismo.
- Es la voluntad de dios ya le dije, y déjeme tranquilo, que esa es también la voluntad de dios.
- Muy bien, si dios lo desea... sin embargo me gustaría que me cuente como es que usted se entera de cuales son las voluntades del supremo.
- Usted no podría entenderlo, quienes interpretamos la voluntad del señor hemos nacido con un número que nos da esa facultad, al vernos nos reconocemos, usted no es uno de nosotros, así que no insista en saber lo que no le fue dado a conocer.
- Muy bien, ¿usted es un enviado entonces?
- Quiere hacerme ver ridículo y se lo voy a permitir, el señor desea que seamos contemplativos y tolerantes con nuestros semejantes.
- Me dijo hace dos minutos que no soy uno de sus semejantes, ¡hombre! usted tiene un discurso muy enrevesado.
- No me venga a cambiar las cosas, para mí semejantes son todos dicho esto levantó el brazo izquierdo a media altura y trazó un semicírculo en el aire para ser mas expresivo, y continuó- todos nosotros, usted, yo y aquellos.
- Está bien, seamos amables, mí nombre es Bladimir Rosas, soy profesor de historia, mucho gusto- y le extendí mí mano y correspondió con un apretón- Me explicaría lo del billete porque salvo que esté usted loco, que no lo aparenta, no le encuentro explicación.
- ¿Me va a hacer repetir toda la tarde lo mismo? ya le dije que es la voluntad de dios.
- Vamos hombre no me venga con esas cosas. ¿En serio me quiere hacer creer que fue dios quien le ordenó regalarle el billete a esa mujer?
- Lamento haberle dado la mano, usted es un idiota y un irrespetuoso.
(-¿Te dejaste insultar de ese modo?
-Si, después de todo era la cuarta vez que le cuestionaba la voluntad de dios, el hombre había sido paciente, pero espera.)
- No se enoje, pero entiéndame, es la primer vez que veo una persona regalando el dinero así porque si.
- Sucede que es la primera vez que usted se cruza con alguien que cumple con la voluntad de dios.
- Pero que ¿ahora usted me va a decir que la voluntad de dios es que todo tengamos un billete de cien en el bolsillo?
- No, no es esa, la voluntad de dios es la de favorecer a todos por igual, y nosotros recibimos órdenes precisas de cómo identificar a personas que sin ser sabedoras de la voluntad divina obran favoreciendo a otros gracias a haber sido favorecidos por uno de nosotros aquí en la tierra.
- Le entiendo poco, pero haber, pongo como ejemplo a la mujer que recibió el billete hace ya veinte minutos, usted cree que ese billete le servirá a la señora para hacer posible algo que dios sabe que le va a suceder, y que usted remedió ofreciéndole aquel dinero?
- Usted lo dijo amigo.
- Entonces tengo que interpretar que dios es un miserable, ¿que problema puede resolver esa señora con un billete de cien pesos? Usted lee los diarios, ¿sabe de eso que llaman inflación? Por favor hombre ahora sí no le creo nada.
- Usted entiende, pero no se preocupa más que en tener la razón. Si, sé que hay inflación, dios sabe que las cosas no se arreglan con un poco de dinero, pero mire, por ejemplo esa mujer- hizo silencio y volvió a poner el maletín sobre la mesa, retiró un cuaderno de dentro de uno de los bolsillos laterales y apartó de nuevo el maletín, luego abrió el cuaderno lo hojeó hasta dar con lo que aparentemente buscaba, me miró y me dijo: No estoy autorizado a hacer esto, pero estoy seguro que hacerlo es la voluntad de dios.
Podría decir que ahí entendí de donde creía él que interpretaba la voluntad de dios
- Que así sea- dije y esperé ansioso aquélla revelación.
- Esa mujer por ejemplo- dijo esto y miró el reloj en su muñeca izquierda- ya fue asaltada en la esquina por dos tipos que se fueron en un Fiat siena por Rivadavia hasta Acoyte donde chocaron con un camión recolector de basura; el conductor falleció en el acto, bueno eso no es lo importante, lo importante es que esa señora había venido de la provincia a buscar mercadería para su local que está a punto de inaugurar, para el que ahorró durante casi diez años, hoy por la mañana había ido a retirar dinero del banco, y vino al once a buscar más mercadería sin necesidad de hacerlo realmente, porque a su local sólo le falta pintar la fachada y una alarma, pero ella se arriesgó a venir igual al once, con diecisiete mil pesos en su bolso que perdió cuando esos tipos la arrebataron, el tema es que los tipos la habían seguido toda la mañana hasta el momento del robo; fue el cajero del banco quien avisó a los delincuentes de la suma que la mujer retiro por la mañana. El billete de cien que le di hace un rato, la mujer lo guardó entre sus pechos; en la esquina le robaron, ella vive en Chivilcoy, en tres horas tiene que estar en su casa porque su hija cumple quince años, y a pesar de haber dejado todo en manos de su hermana, ella tiene lógicamente que asistir a su hija como buena madre que es, y como buena madre que es, mi buen amigo Bladimir, dios ha decidido recompensarla, mandándome a mi con cien pesos para que pueda volver, aunque con toda la pena del mundo a su ciudad para poder festejar con su hija, ¿me entiende?.
- ¿Y porque no la ayudo evitado que esos ladrones la abordaran?
- Bueno, hay minucias que no tengo apuntadas en el cuaderno, no siempre nosotros ofrecemos cien pesos, el señor resuelve después de un análisis, él escribe en mí cuaderno, como ha escrito en la Biblia, él resuelve, equilibra, no puede acabar con la maldad del banquero, ni con el carácter delictivo del ladrón, porque de todo hay en la viña del señor, pero tampoco puede acabar con los caprichos de la mujer de venir al once cuando no lo necesita, ¿me entiende?, el señor equilibra, da oportunidades, hace desde su lugar lo que cree necesario para que aquí en la tierra no se pierda la esperanza. No estamos listos para recibir un mal trago tras otro, necesitamos de los malos tragos obviamente, pero uno tras otro nos cegaría, nos hundiría en el peor de los infiernos, el del pesimismo. Y usted sabe que él, de ir al infierno no quiere saber nada.
- Eso no lo sé, pero ¿que me dice de los ladrones especialmente del que terminó con la cabeza rota entre la basura, que segunda oportunidad le brindó?
- Bueno, la ambición del hombre mata en muchos sentidos, directa e indirectamente, fíjese usted cuando la mujer es asaltada, lo primer que hace es denunciarlo con el policía de aquélla esquina, gire, lo va a ver- Giré el dorso y efectivamente había un policía, parado en Catamarca y Rivadavia- ese policía alerta a la patrulla más cercana que un auto así y asa, se fue por Rivadavia hacia caballito, la mujer desesperada le cuenta al poli de los diecisiete mil dentro de su bolso, el poli lo cuenta también a la patrulla que lo recibe y salen a los pedos por Rivadavia, dispuestos a cagarse a tiros y a quedarse el botín, pasan semáforos en rojos, se adelantan entre las filas de autos... en fin, cometen toda clase de imprudencias hasta dar con el vehículo, pone la sirena y comienza una persecución que termina con la vida del conductor. ¿Me entiende como la ambición mata? es por eso que dios no puede regalar millones, lo millones lo genera la ambición desmedida de las personas, es una cadena interminable, que encabeza el egoísmo, que difícilmente se extinga por obra divina, el hombre ha convertido el mundo en el campo de acción de sus crueldad, amamos el placer, y lo conseguimos por medio del dinero y somos capaces de matar a nuestra madre por obtenerlo, no tenemos escrúpulos, estamos montados en una estructura siniestra, gobernado por seres tapados hasta el cuello de ambición y egoísmo.
- Gran explicación, ahora entiendo por que hizo lo que le vi hacer. Pero me gustaría saber si realmente es como usted me cuenta todo respecto a la señora.
- Muy bien, valla a la esquina y gire, está llorando, hablando por teléfono con su marido que la espera, que le advirtió varias veces que no era necesario ir al once. Valla hágame caso
Lo miré un segundo, lo vi tomarse su vaso, me levanté de la silla y caminé hasta la esquina, le hice señas al mozo que ya volvía, deje el bolso en la silla y le pedí al enviado de dios que me lo cuidara. Cuando llegué, ahí estaba la mujer, sentada en la vereda contra la pared llorando desconsolada, seguramente hablando con su marido. Es muy difícil definir lo que sentí en ese momento, y ahí Rober ves ahí tenes una incapacidad, de las que te dije que mejor es omitir, pero en ese momento sentí que por fin se me había revelado algo, que aquél tipo se me había sentado al lado por algo, que no era casualidad, alguien por fin Rober me había elegido a mí para decirme que hay vida superior, y eso me dio calofríos, quemazón en la nuca, alegría, me di la vuelta para volver, caminé mas resulto, me reproché un poco por haber descreído del esoterismo de aquél hombre, hasta que llegué nuevamente a mí mesa, y sabes que paso?
- no ni idea, a ver para, te desapareció la mochila?
- Exacto, el muy hijo de puta me robó la mochila, ¿sabes que tenía en la mochila?
- No; si el control
- Si, y ochocientos cincuenta pesos que me habían quedado después de pagar el alquiler y las expensas, me había olvidado que los tenía ahí, y aquello me había parecido real, tan real... pero me comí un buzón gigante.
- Jajajajaja, que bajón.
- Si, después vino el mozo a cobrarme, le pagué, con lo que tenía en el bolsillo, le conté que me habían afanado y me preguntó:
Te contó la historia de dios no?
Le pregunté como lo sabía y me dijo que era un truco común por esos lugares y la puta que lo parió.
Me agarré la cabeza Rober, confiando en que aquel tipo halla sido quien decía que era, y que todo lo dicho haya sido verdad, y que el engaño no halla sido mas que la voluntad del señor, que lo indujo a llevarse mí bolso para poder seguir equilibrando lo que sucede.
Y esa es mi historia en el puto once a las puta cuatro de la tarde un puto martes 5 de abril. Ahora levantémonos que ahí vienen los pibes, ¿tenés mi fierro vos?
- si, toma.
- Dale, vamos.

2 comentarios:

  1. Jaja! muy bueno! acá vendría "el que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón"? jeje

    Ya te dije me encanta como describis todo!! :)

    Beso grande!

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  2. sos bueno escribiendo,me encanto,termine de leer un cuento muy comestible jaja me dio placer leerlo,un beso muy grande caro.escribi!

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